II
Ahora quiero comentar el aspecto principal del Ramadán. Ramadán no es dejar de comer y beber y abstenerse de relaciones sexuales durante las horas diurnas… es mucho más. Ramadán significa que tú estás haciendo un esfuerzo consciente por dominar tu cuerpo, no dejar que tu cuerpo te domine a ti. Y no solamente te abstienes de ciertas cosas, tienes que hacer un esfuerzo extra por ser mejor persona. Lo que realmente es un gran esfuerzo es esto. Intentas no decir esas palabrotas que se escapan cuando te das un golpe contra el manillar de la puerta. Intentas poner una sonrisa y decir unas palabras amables al encontrarte con esa vecina que cuando tiende su ropa chorreando te moja la tuya seca. Intentas acordarte de esos parientes y amigos a los que nunca ves y les llamas y te interesas por tu vida. Intentas sacar todas las monedas que tienes cuando ves a un viejecito pidiendo en la calle. Intentas ayudar a tu madre, haciendo lo que se supone que tienes que hacer tú habitualmente y al final acaba haciéndolo ella. Aprovechas cualquier ocasión que se presenta de hacer algo bueno. Intentas acercarte más al Quran, ese libro que habitualmente decora tu estantería en un lugar de honor. Y si lo lees a menudo, intentas leerlo de forma más consciente, y no automáticamente, buscando esos nuevos significados que siempre aparecen cuando lo necesitas. Intentas aumentar tu adoración a Allah por estos actos, y te acercas más con oraciones supernumerarias, como el tarawih (oración nocturna) o el tahayyud (oración matutina en los últimos diez días).
Esto es mucho más difícil que no comer o beber durante unas horas. Hay mucha gente a la que el ayuno les pone de mal humor, y lo descargan con los de alrededor. La “gracia” es dominarte, dominar ese mal humor y no dejar que afecte a los demás. Ese es el verdadero esfuerzo. El hacerlo por amor a Allah, buscando su satisfacción.
Hacer Ramadán dejando de comer y beber pero olvidando todos estos aspectos es como hacer una casa empezando por el tejado: te falta la base y el tejado se derrumba.
Cuando queremos algo de verdad, nos esforzamos por conseguirlo. Queremos estudiar una carrera, queremos conseguir un buen trabajo, queremos a una persona especial… todo ello implica que nos esforcemos. ¿No te quedarías alguna noche sin apenas dormir por estudiar antes del examen más importante? ¿No te saltarías la comida por preparar esa reunión que le va a traer el contrato más jugoso a tu empresa? ¿No harías todo lo posible por atraer a esa persona de la que te has enamorado?
Y en Ramadán, ¿qué estás dispuesto a hacer? Por amor a Allah.
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