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sábado, 26 de agosto de 2017

Musulmanes en España Hemos de retomar la cotidianeidad más unidos y con el objetivo de un futuro próspero y en paz


Todos somos conciudadanos y convecinos y participamos de sueños y anhelos comunes: vamos al trabajo y volvemos a casa, acompañamos a nuestros hijos al colegio y a su regreso, nos preocupamos sobre su futuro. La mayoría de la sociedad española, musulmanes incluidos, somos solidarios y nos ayudamos para un mayor beneficio de todos, alegrándonos de los progresos de nuestros convecinos, pertenezcan al grupo humano que sea, como hermanos y compañeros en este viaje que realizamos a lo largo de nuestras vidas, compartiendo inquietudes y actividades.
Esta hermandad y ayuda mutua debe estar bien enraizada en nuestro interior para que sean rechazados planteamientos relativos a que todos los males, errores y delitos son “del otro”, que nosotros somos de lo mejor y los otros de lo peor, cuando en realidad la naturaleza humana es la misma en cada comunidad y lugar. Existe, lamentablemente, un porcentaje, ínfimo eso sí, de descarriados, nocivos y delincuentes.
Este minúsculo porcentaje inferior al 1% de cualquier comunidad, evidentemente, no define a la práctica totalidad de la sociedad local, nacional o internacional. Las acciones criminales de una fracción minúscula perteneciente a un grupo humano no deben llevarnos al prejuicio de generalizar y estigmatizar a todo el grupo, sino a reflexionar sobre medidas preventivas para que los descarriados sean menos aún y cooperar para lograr una tierra segura y en progreso.
De los aproximadamente 46,5 millones de habitantes de nuestro país, estimamos que hay 1,9 millones de habitantes de fe musulmana, de los cuales un 42% somos ciudadanos españoles que realizamos nuestras actividades laborales, domésticas, lúdicas, etcétera, como cualquier otro convecino, plenamente integrados en la sociedad. En todo momento, a la hora de hablar, y sobre todo de escribir, debemos evitar el lenguaje del “nosotros y vosotros” como algo contrapuesto. Debemos, por el contrario, trabajar juntos para resolver los retos que se nos presentan, aunque afecten a un grupo social más que a otro.

Debemos distinguir entre personas de bien, que son la inmensa mayoría de la sociedad, de aquellos individuos antisociales violentos y asesinos que captan a nuestros hijos para conseguir sus objetivos criminales













Debemos distinguir entre personas de bien y de buena voluntad, que son la inmensa mayoría, de aquellos individuos antisociales, violentos y asesinos, depredadores que captan a nuestros hijos para conseguir sus objetivos criminales. Son captadores nocivos en cuya detección debemos cooperar todos para lograr una más efectiva prevención y represión del terrorismo.
Todavía está pendiente de desarrollar la enseñanza religiosa para el alumnado musulmán en la mayoría del Estado, a sabiendas de que es una herramienta primordial preventiva contra la delincuencia juvenil, las drogas, las sectas nocivas y las bandas armadas. No estamos pidiendo algo que no tengan ya nuestros hermanos católicos, que tienen una vacuna contra estos y otros males que asedian a los jóvenes.
Es vital la cooperación de funcionarios y dirigentes relacionados con la educación para contratar profesores de religión, algo notablemente trascendente en Cataluña. Hace falta también cooperación de funcionarios y fuerzas policiales para la detección de personas nocivas y evitar su infiltración en las comunidades religiosas, allí donde pueden tener acceso a nuestros jóvenes y echarles a perder su vida y su alma.
Los medios de comunicación tienen un papel muy importante para evitar la creación de fracturas sociales y también para no generar alarma social y reacciones de desprecio hacia todo un colectivo por las acciones de un ínfimo número de descarriados.

Todos juntos, conciudadanos de toda convicción religiosa y humanista, ahora dolidos por la agresión sufrida, debemos apoyar a las víctimas y a sus familiares, conseguir mayor cooperación de las autoridades educativas y policiales. Así nos protegeremos todos, estando alerta ante los síntomas nocivos y de reclutamiento de los jóvenes. Los convecinos hemos de retomar la cotidianeidad más unidos, enfocando nuestro trabajo común hacia un futuro mejor para todos, con el convencimiento de que nuestros valores, comunes y compartidos, nos harán conseguir una sociedad cohesionada que responda al unísono ante los intentos de asesinarnos y desestabilizarnos, permaneciendo firmes contra el terror y contra el odio.
Continuemos el día a día fortaleciendo nuestra sociedad y nuestros valores. Todos hermanados, ciudadanos de distintas convicciones, dedicando nuestros esfuerzos a lograr un futuro común en paz y próspero para todos.
Riay Tatary Bakry es presidente de la Comisión Islámica de España.

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