viernes, 17 de mayo de 2019

Ramadán Segunda parte. Algunos aspectos a comentar

II
Ahora quiero comentar el aspecto principal del Ramadán. Ramadán no es dejar de comer y beber y abstenerse de relaciones sexuales durante las horas diurnas… es mucho más. Ramadán significa que tú estás haciendo un esfuerzo consciente por dominar tu cuerpo, no dejar que tu cuerpo te domine a ti. Y no solamente te abstienes de ciertas cosas, tienes que hacer un esfuerzo extra por ser mejor persona. Lo que realmente es un gran esfuerzo es esto. Intentas no decir esas palabrotas que se escapan cuando te das un golpe contra el manillar de la puerta. Intentas poner una sonrisa y decir unas palabras amables al encontrarte con esa vecina que cuando tiende su ropa chorreando te moja la tuya seca. Intentas acordarte de esos parientes y amigos a los que nunca ves y les llamas y te interesas por tu vida. Intentas sacar todas las monedas que tienes cuando ves a un viejecito pidiendo en la calle. Intentas ayudar a tu madre, haciendo lo que se supone que tienes que hacer tú habitualmente y al final acaba haciéndolo ella. Aprovechas cualquier ocasión que se presenta de hacer algo bueno.  Intentas acercarte más al Quran, ese libro que habitualmente decora tu estantería en un lugar de honor. Y si lo lees a menudo, intentas leerlo de forma más consciente, y no automáticamente, buscando esos nuevos significados que siempre aparecen cuando lo necesitas. Intentas aumentar tu adoración a Allah por estos actos, y te acercas más con oraciones supernumerarias, como el tarawih (oración nocturna) o el tahayyud (oración matutina en los últimos diez días).
Esto es mucho más difícil que no comer o beber durante unas horas. Hay mucha gente a la que el ayuno les pone de mal humor, y lo descargan con los de alrededor. La “gracia” es dominarte, dominar ese mal humor y no dejar que afecte a los demás. Ese es el verdadero esfuerzo. El hacerlo por amor a Allah, buscando su satisfacción.
Hacer Ramadán dejando de comer y beber pero olvidando todos estos aspectos es como hacer una casa empezando por el tejado: te falta la base y el tejado se derrumba.
Cuando queremos algo de verdad, nos esforzamos por conseguirlo. Queremos estudiar una carrera, queremos conseguir un buen trabajo, queremos a una persona especial… todo ello implica que nos esforcemos. ¿No te quedarías alguna noche sin apenas dormir por estudiar antes del examen más importante? ¿No te saltarías la comida por preparar esa reunión que le va a traer el contrato más jugoso a tu empresa? ¿No harías todo lo posible por atraer a esa persona de la que te has enamorado?
Y en Ramadán, ¿qué estás dispuesto a hacer? Por amor a Allah.

jueves, 9 de mayo de 2019

Mentiras sobre el Ramadán

La semana pasada escuché una conversación en el autobús. Un estudiante universitario musulmán y dos compañeras. Una le preguntaba cuando empezaba el Ramadán, y le preguntaba con curiosidad. La otra insistía: “¿Pero no podéis comer, ni beber siquiera? ¡¡Qué barbaridad!!”.

Ese “Qué barbaridad” lleva días rondando en mi cabeza. Ayer me enteré que un profesor “bienintencionado” (no quiero decir otra cosa) en un colegio público español amenazó a sus alumnos musulmanes de primero de la ESO con obligarles a comer una galleta para poder hacer el examen si venían a clase en ayunas. La mayoría de alumnos tomaron algo por la mañana antes de ir al colegio y finalmente el profesor no les “obligó a romper el ayuno a los que sí se mantuvieron firmes (¡qué detalle!). No voy a entrar (aún) en el prejuicio que mostró el profesor, o la chica del autobús que pensaba que era una barbaridad.

Vivimos en una sociedad impaciente, todo lo queremos y lo queremos ya. Estamos acostumbrados a la satisfacción inmediata de nuestros deseos. El concepto de la paciencia y del autocontrol empiezan a sernos ajenos. Por ello, es extraño comprender que alguien deje de comer y beber voluntariamente.

Pero, ¿es eso lo que se hace en Ramadán? ¿Dejar de comer y beber durante un mes? ¡¡¡Eso sí que es una barbaridad!!! En Ramadán, durante el día se deja de comer y beber, pero al caer el sol y hasta el alba se come y se bebe. Es simplemente un cambio de hábitos. Es cierto que pasan más horas, sobre todo ahora en los largos días de primavera y verano, sin ingerir alimentos y bebidas. Pero no es menos cierto que un descanso intestinal es un beneficio para el cuerpo: Durante el ayuno, nuestro sistema se libera de cargas y puede descansar en cuanto a procesos de digestión, asimilación y metabolismo se refiere. Estas son actividades que requieren una gran cantidad de energía. Se estima que alrededor del 65% de la energía corporal se destina a los órganos relacionados con la digestión tras una comida copiosa. Cuando los animales se encuentran enfermos por haber ingerido algo tóxico, su instinto les lleva a dejar de comer, para que su cuerpo se concentre en eliminar esas toxinas. El ayuno, bien llevado, es altamente beneficioso para el cuerpo y ningún médico afirmaría lo contrario. El cuerpo en ayuno se siente más liviano, y esta ligereza corporal tiene a su vez como consecuencia una mayor claridad mental.

El ayuno existe, de una forma u otra, en las principales religiones. En el cristianismo tenemos la Cuaresma, que es una forma muy suavizada de ayuno (en sus orígenes, no era tan ligera). En el hinduismo, se concede una grandísima importancia al ayuno previo a la meditación. El ayuno ayuda a desarrollar la concentración, la fuerza mental, y la fuerza de voluntad”. Es decir, ayunar durante cierto periodo implica tener determinación, constancia y voluntad, a la vez que nos sugiere que dirijamos nuestra atención hacia cuestiones alejadas de la comida, lo cual puede costar mucha concentración.

La “gracia” del Ramadán no es dejar de comer y beber únicamente. Se aspira a ese dominio de los deseos de tu cuerpo sobre tu espíritu. Se intenta, también, lograr una mayor empatía con los que sufren por esa falta de alimento. Vivimos en un mundo cada vez más rico y, paradójicamente, cada vez más pobre. Contemplamos a seres humanos, personas, nuestros semejantes, morir de hambre literalmente, en directo gracias a la televisión, en medio de nuestra total indiferencia. No son actores bien pagados interpretando una película. No, es real. MUEREN DE HAMBRE. ¿Tenemos la más mínima idea de lo que eso supone?. El Ramadán te acerca por unas horas, durante el día, mínimamente, a esas sensaciones. Eso debería hacernos mejores personas, reflexionando sobre la injusticia de este mundo y poniendo de nuestra parte un granito de arena para intentar remediarlo. El zakat (que no está bien traducido como “limosna”, porque no se trata de dar una cantidad mínima para dejar dormir nuestra conciencia tranquilamente, sino que se intenta dar un poco de justicia, privarte de algo que tú tienes y repartirlo al que no tiene) es ese granito de arena, y por eso se da al final de Ramadán, cuando tú has experimentado de alguna forma como se sienten las víctimas de la injusticia social.

Vivimos es una sociedad ultraprotegida, nos protegemos y protegemos a nuestros hijos de lo malo, lo injusto del mundo, mirando a otro lado. El Ramadán intenta que volvamos la mirada hacia lo que está mal, lo que es injusto, y tratemos de hacer algo para remediarlo. No podemos apartar a nuestros hijos de ello. Tienen que conocerlo y saber que en el futuro, cuando sean adultos, tendrán ellos que poner su granito de arena para conseguir una montaña.

¿Entendéis ahora por qué se ayuna en Ramadán?